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Después de todo, talvez no era tan buena idea.

Nada personal, iPod, la vida y la música deben seguir su camino. Hace un tiempo (tres años, dos meses y un poco más) escribí que llenaría mi iPod con mis discos favoritos . Y es lo que hice: llené mi iPod con mis discos favoritos. Desde ese lejano día he ido incrementando y depurando la lista de las grabaciones que se merecen ocupar tan exclusivo lugar dentro de mis gustos, así como también he ido comprando más de esos discos porque ¿qué tipo de persona tiene sus "discos favoritos" solo en digital y no el objeto como tal, ese que uno debería poner en un altar y no en un disco duro? Ciertamente no me considero ese tipo de persona. Pero los principios que me llevaron a tomar esta decisión (aparentemente simple y sin complicaciones) me obligan a replantearme la pregunta existencial más grande: ¿Con qué música debo llenar mi iPod? El problema que le veo a tener lo mejor y solo lo mejor de la música universal dentro de mi reproductor portátil es muy simple. Cada que lo co
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I can’t even remember what it was I came here to get away from

Dylan , sin miedo a la máquina de escribir. Portada de uno de los bootlegs oficiales. Desde que leí que Dylan "competía" por el Nobel de Literatura , hace como 10 años, me dije "¿por qué no?" Habían pasado más o menos un par desde que empecé a escucharlo, tiempo suficiente para darme cuenta que el tipo realmente sabe escribir. Empecé a ponerle más atención, a escucharle y leerle, y más de una vez me pareció un candidato idóneo para el reconocimiento máximo de las letras universales (el premio Príncipe de Asturias que le dieron en 2007 fue en Artes, no en Letras  – el de Letras sí se lo dieron a Leonard Cohen en el 2011 – ). Que sus textos estén acompañados de música es casi circunstancial para el caso, porque la Academia Sueca no analiza ni la música ni cómo toca ni cuánto ha perdido la voz a estas alturas ni si interpreta algún hit en sus conciertos para premiarlo. Las letras de sus temas son suficiente evidencia para ponerlo en el Olimpo de la literatur

La muerte que todo lo agita.

"Evelyn McHale" de Robert Wiles. Como una idea fija en la cabeza, como un pendiente, casi. Algo así como tener un viejo amigo que ineludiblemente me va a llamar algún rato para encontrarnos sin saber que a mí me da pereza verlo. No sé desde cuándo, pero es así. Sé que no ha sido toda la vida pero siento que esto tiene toda la vejez que he podido acumular. La muerte está presente siempre, y no es un ángel ni una sombra o calavera armada con su guadaña. Ha muerto muy poca gente a la que haya querido o incluso conocido. Han sido largos y afortunados años en los que solo he sufrido la partida de estrellas de rock, pilotos, actores o directores, escritores, viejas glorias del deporte o jóvenes futbolistas en la cancha. Pero no importa porque en mi cabeza la muerte se ha hecho un lugar y rige su imperio de miedo desde ahí. Talvez miedo no es la palabra, pero imperio sí. No he vivido guerras, epidemias ni terrorismo, y los terremotos me han hecho salir con cuidado per

Es hora de abrir, es hora de abrir, es hora de abrir el show. Una cortina se abre, se oye una voz…

Parece que no ha pasado tanto tiempo. A día de hoy son ocho años, tres meses y 19 días desde la noche cuando se cumplió mi sueño imposible de ver a Soda Stereo en vivo . Imposible porque llevaban diez años separados y ni en mis sueños más optimistas los vi reunidos (bueno, eso es mentira porque muchas veces soñé que se juntaban, pero a efectos prácticos viene a ser lo mismo). Después de semejante regalo del destino me sentí lo suficientemente afortunado ya como para pedir que se me cumpla algún otro deseo excesivo. Lo primero en la lista era, cómo no, Pink Floyd , de ley sin Syd Barrett y aunque sea sin Roger Waters . Después de las incansables veces en que Roger y David Gilmour han hablado del fin definitivo de la banda y después de la muerte de Richard Wright , me convencí de que lo del live8 fue el último sorbo del néctar divino de uno de los más grandes grupos de rock (vamos a obviar el Endless river ), y que nunca de los nuncas los vería en vivo, en directo y en persona.

Los planes cambiados.

Aunque no me guste, tengo que aceptar que me gusta cuando una cosa como esta me cambia los planes. Si releen (o leen por primera vez) mi post anterior, verán que tenía casi programado cada minuto de mi vida para todo este año. El 2016 sería el año de cumplir propósitos, y me había planteado una cantidad imposible para una persona tan lenta y sin tanto tiempo libre. La primera semana fue una demostración de que la planificación me superaba y que requeriría de mí una dosis extra de dedicación (hay demasiadas -ción en esa última frase). Después, un par de cosas me hicieron que buscara otra cosa y, sin haberlo planeado, la encontré. Ahí me vino la idea de cambiar todo. No puedo decirles qué es, no puedo sugerir de qué se tratan estas cosas de las que hablo. Solo les diré que una conjunción de acontecimientos movió algo en mí para que raspara un poco la tierra de la memoria, y encontré un catálogo, inventario, compilatorio o lo que sea. El recuerdo tocó también cuerdas sensibles, f

Propósitos, que les dicen...

Solía terminar o empezar los años con un resumen, una suerte de inventario de lo que había pasado, ganado, vivido, cantado y todo lo demás. Casi siempre lo hacía para constatar que tenía el saldo en contra, aunque la mayoría de las veces pasaba de un año al siguiente con una sonrisa en la cara, sabiendo que no me había ido del todo mal –lo que significa que me había ido muy bien (al menos dentro de mis estándares)– y que me quedaban buenos recuerdos. Una mirada hacia atrás para obtener vida de lo ya vivido. Ahora lo he hecho diferente. No hago resumen ni inventario, ahora miro para adelante y empiezo el 2016 con mucha emoción y expectativas porque tengo tanto, pero TANTO que hacer, que no puedo esperar. Y eso, como ya se habrán dado cuenta, tiene que ver con lo que uno planea cuando arranca la carrera de cada año. Propósitos, que les dicen... Sí, es solo eso: un montón de propósitos de año nuevo (muchos entran más en la categoría de “retos”, pero bueno). No es mi intención c

I’ve got a bad feeling about this.

Si estoy emocionado es, más que nada, por repetir el ritual. Sé que no será igual que antes, porque tenemos asientos numerados así que no necesitaré ir a pararme en la cola del cine desde el mediodía, guardando puesto al resto, departiendo con los disfrazados, compartiendo las expectativas y todo eso. Pero igual, no hay nada como sentarse en la incomodidad de las butacas del cine, rodeado de amigos y sentir el salto al corazón cuando terminan los trailers, se apaga todo y pasan esos segundos interminables, el corazón acelerándose, los sentidos alerta para lo que se viene. Los tambores de la 20th Century Fox , Lucasarts (ahora será Disney … qué se le va a hacer), otro pequeño silencio, oscuridad, expectativa. Y luego empieza. La música de John Williams explotando en nuestros oídos y el “ Star Wars ” que aparece en la pantalla y que no se ve tan bien por las lágrimas que empañan mis ojos. El episodio VII nos espera, como a todo el mundo. Pero, más allá de eso ¿qué? No tengo